Entre las hojas impresas aguarda una historia, palabras que poco a poco se van hilando y creando una historia. Historia que te sumerge, que te desconecta y por segundo eres participe de todo lo que sucede…controlas las hojas, controlas las líneas, más no controlas el tiempo en que tu cerebro se enfrasca en recrear todo aquello que lees; abres y cierras con tus manos una venta a otro mundo.
A medida que transcurren las páginas te preguntas si el amor de Isabel y Willie aguantará todas las tempestades, si Sabrina esa pequeña bebé prematura sobrevivirá, si Isabel se sobre pondrá algún día a la muerte de su adorada hija Paula, si Nico y Celia serán capaces de criar a tres hijos siendo tan jóvenes. En el transcurso de cada hoja busca la esperanza en el fondo de tu alma y das el voto de confianza a cada uno de los protagonistas de la historia.
Ahora cuándo uno es protagonista de su propia vida y no somos capaces de abrir y cerrar los problemas cual novela de García Márquez, y es que todos los personajes vagan en la travesía de los días reales; recrear en la imaginación un pedazo de esperanza resulta tan difícil. Cómo puede uno tener esperanza por personajes que ni conoce y por uno mismo le cuesta tanto creer que el mal tiempo pasará. Llenos de escepticismo y hasta poca fe en el cosmo pasan las horas, siempre como un espectador pasivo, siempre como quien mira y sus manos están atadas, siempre como esperando a que el milagro ocurra. Siempre como esperando a que el día de hoy pase y el de mañana el sol brille.
lunes, febrero 04, 2008
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